Hallar tu propósito de vida en esencia requiere tiempo, y no hay manera de acelerar o cambiar la percepción que tienes de ti mismo a voluntad.

Es importante la calidad de atención que nos prestamos, respecto a nosotros y a los demás, al entorno. Como adultos hemos cargado con mucho condicionamiento sin reconocerlo como tal, y mucho de ello todavía permanece en nuestros actos diarios más comunes.

Necesitamos tener conciencia de lo que está ocurriendo para detectar las acciones compulsivas y automáticas que llevamos a cabo para agradar o no desilusionar a los demás ignorando nuestras propias necesidades. Hemos de poner atención sobre todo a nuestro cuerpo, reconocer cómo se acelera o bloquea sometido a una agenda mental irreal. A través de la observación del vehículo que habitamos llega la consciencia, y el movimiento es la autopista.

Saber moverte en la vida y ver por ti mismo te permite poco a poco cerrar ciclos de hábitos y patrones distorsionados, explorar una cualidad diferente en la experiencia de ser tú mismo, no tan obstaculizada por la intervención consciente de tu mente.